domingo, 9 de diciembre de 2012

"Born into this" - Charles Bukowski


born like this
into this
as the chalk faces smile
as Mrs. Death laughs
as the elevators break
as political landscapes dissolve
as the supermarket bag boy holds a college degree
as the oily fish spit out their oily prey
as the sun is masked


we are
born like this
into this
into these carefully mad wars
into the sight of broken factory windows of emptiness
into bars where people no longer speak to each other
into fist fights that end as shootings and knifings


born into this
into hospitals which are so expensive that it’s cheaper to die
into lawyers who charge so much it’s cheaper to plead guilty
into a country where the jails are full and the madhouses closed
into a place where the masses elevate fools into rich heroes


born into this
walking and living through this
dying because of this
muted because of this
castrated
debauched
disinherited
because of this
fooled by this
used by this
pissed on by this
made crazy and sick by this
made violent
made inhuman
by this
the heart is blackened
the fingers reach for the throat
the gun
the knife
the bomb
the fingers reach toward an unresponsive god
the fingers reach for the bottle
the pill
the powder


we are born into this sorrowful deadliness
we are born into a government 60 years in debt
that soon will be unable to even pay the interest on that debt
and the banks will burn
money will be useless
there will be open and unpunished murder in the streets
it will be guns and roving mobs
land will be useless
food will become a diminishing return
nuclear power will be taken over by the many
explosions will continually shake the earth
radiated robot men will stalk each other
the rich and the chosen will watch from space platforms
Dante’s Inferno will be made to look like a children’s playground
the sun will not be seen and it will always be night
trees will die
all vegetation will die
radiated men will eat the flesh of radiated men
the sea will be poisoned
the lakes and rivers will vanish
rain will be the new gold
the rotting bodies of men and animals will stink in the dark wind
the last few survivors will be overtaken by new and hideous diseases
and the space platforms will be destroyed by attrition
the petering out of supplies
the natural effect of general decay
and there will be the most beautiful silence never heard
born out of that
the sun still hidden there
awaiting the next chapter.


Charles Bukowski, "The Last Night of the Earth Poems"


miércoles, 28 de noviembre de 2012

El troll


Estoy en el tren, de camino a Sevilla.
Hay una niña de unos cinco años sentada detrás de mí y no para de gritar. Los niños lo dicen todo gritando; me ponen enfermo. La madre le ríe las gracias y supongo que espera que todos los pasajeros lo hagan también. Su hija crecerá y tendrá hijos y a su vez será una zorra al igual que su madre.

Aún recuerdo perfectamente mi primer día de colegio. Un niño de la clase no paraba de llorar y gritar como no había escuchado jamás a nadie, realmente me jodía que se comportara así. Quince años más tarde, me follaría a su novia. Supongo que a veces se hace justicia.

Al releer lo que escribo, me doy cuenta de que estoy siendo particularmente violento. Supongo que los gritos y las patadas de la niña son parte de la causa.

Yo estaba ilusionadísimo el primer día de clase. Para mí era una aventura relacionarme con gente de mi tamaño. Nos encerraban a todos en una habitación y nos trataban como a deficientes mentales. Siempre que alguien hacía una pregunta comprometida, nos contestaban con cualquier mentira que teníamos que creer. Y algunos lo creían, aunque yo sabía que había algo sucio en la típica historia de la cigüeña. Mi padre la cambió un día por algo sobre una semilla que se plantaba en el vientre de una mujer y yo me preguntaba qué tenía que ver la jardinería en todo esto. Mi madre no tenía pinta de ser una mujer en la que fuera fácil plantar nada.

En el colegio había una profesora que solía insultar a los niños: Rosa. Yo siempre estaba haciendo gamberradas, y una de mis favoritas era colarme en la clase durante el recreo para coger las ceras de colores y pintarme la cara. Rosa me pilló escondido en la clase a oscuras en una ocasión  y recuerdo perfectamente lo que dijo: “¿Estás castigado? No me extraña, eres un GILIPOLLAS.” 
Durante dos años estuvo burlándose de mí, siempre cuando no había otros profesores cerca. Recuerdo perfectamente cómo se movía su papada cada vez que me decía “feo” o “gilipollas”.

Mis padres trabajaban en el juzgado. No eran abogados ni jueces. Se dedicaban a escribir a máquina informes y no sé qué. “Burocracia y papeleo”, como decía mi padre. Yo salía a las dos del colegio y me dirigía a las oficinas. Allí tenía que esperar a que fueran las tres y media, hora a la que salía mi madre. Solía sentarme en un escritorio vacío a escribir y dibujar; veía pasar a todo tipo de gente por allí.

Mi madre me decía que tenía que tener cuidado y no moverme del sitio, porque casi todos eran criminales de algún tipo. Yo les dibujaba e intentaba imaginarme a quién habían matado y descuartizado. Muchos de ellos tenían menos cara de criminal que el tipo que está sentado a mi lado ahora mismo.

Un día apareció por allí Rosa, aquella gorda y fea hija de puta, y perdí el respeto por la mayoría de mis profesores. 


martes, 23 de octubre de 2012

Jim Jarmusch


Pepe es un tipo 6 años mayor que yo. Es domador de caballos y ahora es mi compañero de piso. Cuando llega del trabajo a las ocho de la tarde pueden pasar dos cosas distintas: o hace unos abdominales, o se lía un canuto.

Es sábado. Lo primero que hace al llegar esa noche es liarse un canuto. Yo estoy sentado en el salón y él se sienta a mi lado. Hablamos sobre coches; no sé nada de coches. Una de las cosas que me fascinan de él es que, aunque no tenemos nada en común, podemos hablar de cualquier cosa; aunque uno de los dos no pueda seguir la conversación. Cuando alguno pierde el hilo, nos reímos y decimos alguna gilipollez. A veces ni siquiera estoy seguro de que me esté escuchando.

Pepe se toma su tiempo con el porro y cuando va por la mitad me lo pasa, sin decir nada. Simplemente estira el brazo y yo lo cojo, doy unas caladas y se lo devuelvo. Ha pasado un rato y nos estamos muriendo de hambre, me levanto del sofá y voy a la cocina a por el típico folleto de comida a domicilio que está sujeto a la puerta de la nevera con un imán. Los dos tenemos muy claro que queremos un kebab. Descuelgo el teléfono y marco el número del folleto. Cuando estoy haciendo el pedido miro a Pepe durante un par de segundos, me da un ataque de risa y cuelgo. Vuelvo a llamar una y otra vez, pero comunica. Finalmente, el tipo del kebab me contesta y yo vuelvo a reírme y le cuelgo. No nos queda otra que ir al restaurante a recoger la comida.


viernes, 21 de septiembre de 2012

Mujeres

Últimamente no puedo pegar ojo hasta las 5 de la madrugada. Lo curioso es que tampoco me levanto más tarde de las 11. Llevo así un par de semanas y se nota sobre todo en las ojeras que tengo. Estoy perdiendo peso otra vez, y entre eso y las ojeras me da la sensación de que estoy un poco enfermo.

Llevo dos semanas esperando a que empiece el curso y no tengo nada que hacer por las tardes. 
A mediados de septiembre terminé los exámenes y entonces empezaron mis vacaciones. Sin presiones; solo. 
El primer fin de semana me quedé solo en mi piso y estuve viendo películas y bebiendo toda la noche, hasta el amanecer. 

Sentirse deprimido es algo que no está tan mal a veces. Hay etapas de euforia y hay etapas en las que simplemente te apetece estar solo y deprimido. A fin de cuentas nacemos solos y morimos solos. Este comportamiento es más bien, en mi caso, un proceso de aceptación de estas condiciones.

El martes siguiente decidí darme un paseo por el centro. Esperaba que me pasara algo interesante sobre lo que poder escribir, pero no pasó nada. Pensé que necesitaba algo para leer y terminé comprándome un libro de Bukowski: "Mujeres".
Cuando pagué el libro estuve un rato esperando y mirando a la chica de la caja. Fue un momento incómodo porque no metió el libro en ninguna bolsa y yo esperaba que lo hiciera. Le pregunté si estaba todo listo y me dijo que sí. Hice el camino de vuelta a casa con el libro en la mano y pensé que no era justo. 

Desde el martes lo único que hago por las noches es leer y leer. 

Anoche me paré en un párrafo del libro. Lo leí varias veces y terminé poniendo una marca en esa página.


"Mindy se apretó contra mí y me besó. Fue un largo beso. Se me empalmó la polla.
Últimamente había estado tomando mucha vitamina E. Yo tenía mis propias ideas sobre el sexo.
Estaba constantemente cachondo y me masturbaba continuamente. Le hacía el amor a
Lydia y luego por la mañana volvía a mi casa y me masturbaba. El pensamiento del sexo como
algo prohibido me excitaba más allá de toda razón. Era como un animal aplastando a otro hasta
la sumisión. 
Cuando me corría  sentía como si fuera en la cara de todo lo decente, blanca esperma resbalando
por las cabezas y almas de mis padres muertos. Si hubiera nacido mujer seguro que hubiera sido
una prostituta. Como había nacido hombre, anhelaba constantemente mujeres, cuanto más guarras 
mejor. Y sin embargo las mujeres, las buenas mujeres, me daban miedo porque a veces querían tu
alma, y lo poco que quedaba de la mía, quería conservarla para mí.
Básicamente deseaba prostitutas, porque eran duras, sin esperanzas, y no pedían nada personal.
Nada se perdía cuando ellas se iban. Pero al mismo tiempo soñaba con una mujer buena y 
cariñosa, a pesar de lo que me pudiera costar. De cualquier manera estaba perdido.
Un hombre fuerte pasaría de ambos tipos. Yo no era fuerte, así que continuaba bregando
con las mujeres, con la idea de mujeres."



viernes, 24 de agosto de 2012

"Hay una hormiga en mi plato"


Hoy es un día especial. Hace meses que no voy con una chica a cenar a un restaurante.

Odio este tipo de citas. No me gusta comer delante de alguien porque no me considero un tipo educado. Como rapidísimo y odio que pidan platos para compartir. En las comidas siempre hay un gilipollas que dice que se pida algo para compartir…
“¿Qué le hace pensar a ese capullo que yo quiero compartir mi comida? Me comería cualquier cosa ahora mismo.”

Pero bueno, aunque no me guste demasiado la idea de ir a cenar con ella, la verdad es que es bastante tonta y así tiene la boca ocupada con lo que sea que vaya a pedir.  

La cuestión es que son ya las diez y media de la noche. Llevo esperando más de media hora a que llegue esta chica y no aparece. También es cierto que sería una buena opción que me dejara plantado. Me iría a mi casa, calentaría un tupperware con albóndigas que me sobraron del almuerzo y me abriría un litro de cerveza para bebérmelo mientras veo una película.

Llevo mucho tiempo con ganas de ver “Wall-E”. La verdad es que podría ver esa peli, me han dicho que está muy bien… Joder, cualquiera que me viera solo en mi casa bebiendo cerveza y viendo “Wall-E” un sábado por la noche pensaría que soy un cretino y que el suicidio es el siguiente paso.

Bueno, dejo de pensar en estas mierdas porque esta tía se acerca por ahí. Mierda, ¿por qué ha tenido que aparecer? ¿Terminaremos a tiempo para que pueda ponerme “Wall-E”?

-          ¡Hola! ¿Llevas mucho tiempo esperando?
-          No, no te preocupes. Yo acabo de llegar en realidad…

¿Por qué siempre preguntan si llevo mucho tiempo esperando? Es obvio que sí. Quedamos hace 40 minutos y estoy aquí como un capullo esperándote, pero siempre soy educado y respondo que no. No le voy a dar esa satisfacción. Que le jodan.

-          ¿Pasamos adentro?
-          Sí, sí. Aquí hace un poco de frío en realidad…

He dicho dos veces “en realidad”. ¿Qué coño me pasa? Putas coletillas. Al carajo.

Ahora que me fijo, este sitio parece un poco cutre… Odio que los restaurantes tengan televisiones, aunque estén apagadas; es una manía. Cuando estaba en el instituto, tuve que comer todos los lunes y miércoles a lo largo de un año en un bar y siempre tenía problemas con los televisores. La gente solía subirle el volumen para enterarse bien de lo que decían en el programa de mierda que estuvieran viendo y era realmente imposible tener una conversación con mi hermano, que era el que me acompañaba normalmente.

Le contaré la anécdota a ella y ya tengo tema de conversación por un rato.

                                                                          …

-          Pues eso, la verdad es que el simple hecho de ver una televisión en un restaurante me pone enfermo.
-          Ah…

Esta tía no muestra interés por nada. ¿Qué le ha pasado a su cerebro? Tampoco es tan mala la historia, a mí me haría gracia.

Lo que faltaba, hay una hormiga en mi plato.

-          Hay una hormiga en mi plato.
-          ¿En serio? ¿A ver?
-          Sí, sí. Mira.
-          Eso no es una hormiga, ¿no?
-          A mí me parece una hormiga, ¿eh? No sé, ¿le digo algo al camarero?
-          Coméntaselo.
-          Ya pensaba decirle algo por el vaso de todas maneras, la verdad es que está sucio.

A ver si pasa un camarero de una vez, hace un buen rato que no veo ninguno... Ahí está.

-          Perdone, ¿puede venir?
-          Dígame.
-          Hay una hormiga en mi plato. ¿Le importaría traerme uno nuevo?
-          ¿A ver?
-          Mire, mire.
-          No sé qué decirle, aquí se han podido quejar de alguna mosca en alguna ocasión. Pero una hormiga…
-          ¿No la ve?
-          Bueno, le cambiamos el plato.

Hijo de puta. Me ha discutido lo de la hormiga delante de ella. ¿Qué me está contando de que es la primera vez? ¿Y a mí qué coño me importa?

-          Todo te tiene que pasar a ti, ¿no? 
-          Será cosa del karma o alguna mierda de esas…
-          Será, será…
-          Creo que paso del postre, seguro que me toca la cucaracha y es la primera vez también. ¿Nos vamos?
-          Sí.

                                                                      …


 Estamos en la puerta. ¿Y qué hacemos ahora? Voy a intentarlo.

[Le doy un beso]

-          ¿Sabe demasiado a hormiga?
-          Eres un cerdo.

Me voy a quedar con las ganas de “Wall-E”.





miércoles, 11 de julio de 2012

La siesta


Son las 16:30.

Estoy tumbado en la cama, medio dormido.
Para mí es, sin duda, uno de los mejores momentos del día.

Un golpe en el piso de arriba.
Me revuelvo un poco entre las sábanas.
Ya están los vecinos jodiéndome el momento.

Otro golpe. Y otro.
Ahora un grito. Pisadas.

Me levanto de la cama y echo mano de la escoba.
Empiezo a dar golpes en el techo con el palo, pero lo único que consigo es dejar tres feas marcas y doblar el extremo.

Me doy por vencido y empiezo a pensar.

"Hijos de puta... Todas las tardes igual. Necesito unos tapones para los oídos."

Meto la cabeza debajo de la almohada.
Siguen los gritos, los golpes y las pisadas.
Ahora no puedo dormir por el ruido y además me estoy asfixiando.

Me tumbo mirando hacia arriba.
Decido ir a hablar con los vecinos.
Subo las escaleras y me planto frente a la puerta.

"Me han jodido la siesta. Ya no voy a dormir."

Bajo las escaleras y entro en mi casa.
Caliento unas sobras de café.
Enciendo el ordenador.

Veo porno.
Me la casco.
Mientras me la casco llaman al timbre.

Empiezo a pensar que estoy dentro de un capítulo de Mr. Bean.
Mr. Bean no se la casca.

martes, 5 de junio de 2012

Dios

1997

Para mí las clases de religión en el colegio eran una novedad y me gustaban.
Todo lo que no fuera matemáticas era un soplo de aire fresco en mi pequeña rutina, aunque también había algo que me hacía sospechar.

Antes de que empezaran las clases de religión, un grupo pequeño de niños metía sus libros en las mochilas y se iba con otro profesor a otro lugar.
La profesora de religión parecía saber mucho y tener las cosas bien claras.
Nos hablaba sobre la creación de la Tierra y los animales. Dios lo hizo todo y se tomó su tiempo para descansar el séptimo día. Era un tipo aplicado.

Yo no tenía dudas. Todas mis preguntas tenían respuesta y podría vivir tranquilo el resto de mi vida y dedicarme a las matemáticas o a cualquier otra cosa.


Un día (probablemente en el patio del colegio) tuve mi primera discusión trascendental con mi amigo Evaristo. Él era uno de esos niños que cogía sus cosas y se iba para no escuchar las "verdades universales" de la profesora Angustias.

- ¿Tú crees en Dios?
- No.
- ¿Entonces quién creó la Tierra y los animales?
- La Tierra se creó por una masa espacial o algo así.
- ¿Qué?
- Me lo han dicho mis padres.

¿La Tierra se había hecho a partir de una masa espacial? ¿Pero qué cojones hacían los niños mientras yo estaba con la señorita Angustias?

Al día siguiente, levanté la mano en la clase.

- Dime, Antonio.
- La Tierra la creó Dios, ¿no?
- Claro.
- Pues un amigo me ha dicho que se creó a partir de una masa espacial o algo así.

La profesora se puso un poco nerviosa y yo lo noté perfectamente.

- ¿Cómo se llama tu amiguito?
- Evaristo Montaño

Pensé que la profesora respondería a mi pregunta después de decirle yo el nombre de mi amigo. Era un intercambio justo, pero no me dijo nada más. Había sacrificado al pequeño Evaristo para nada.
La clase siguió como si no hubiera pasado nada y yo la odié. Era una zorra mentirosa y yo (un niño de 7 años) lo sabía.

Al salir del aula, vi que la profesora había acorralado a Evaristo en el pasillo.
Le estaba diciendo que no volviera a decir esas cosas a ninguno de sus alumnos y lo estaba haciendo de malas maneras.


Un tiempo después, la conversación volvió a repetirse. Pero esta vez me preguntaban a mí.

- ¿Crees en Dios?
- No.





"En el mundo de la ciencia se escucha muchas veces a un científico decir 'Eso es un buen razonamiento. Mi teoría estaba equivocada'. Sin embargo, no recuerdo la última vez que un político o un religioso dijese lo mismo." Carl Sagan 

miércoles, 9 de mayo de 2012

Por un par de dólares

Estamos en alguna parte del desierto, en el sudoeste de Estados Unidos.
Tras una larga persecución que ha durado 63 años (desde que en 1949, el animador Chuck Jones creó al Coyote y al Correcaminos para Warner Brothers), el Coyote ha conseguido atrapar a su presa por fin.
Para ello, sin embargo, ha tenido que sacrificarse y demoler la entrada (y único punto de salida) de una cueva, usando una potente carga de dinamita.
Cara a cara, por fin, comienzan a conversar:

Coyote: Ha llegado la hora, Correcaminos. Una persecución de 63 años tiene que verse compensada de alguna forma.

Correcaminos: Eres un idiota. Ahora vamos a morir los dos encerrados en esta cueva.

Coyote: Pero a cambio gano yo. Mi existencia ha pasado a cobrar todo su sentido, y tú pierdes.

Correcaminos: ¿Y qué sacas de todo esto? Ambos sabemos que no se trata de un simple capricho culinario. ¿Se trata de algún tipo de fetiche sexual, Coyote?

Coyote: Ahora que lo dices, estaré encantado de explicártelo.

Correcaminos: Habla. ¡Bip, bip!

Coyote: Tengo que reconocer que al principio sólo quería comerte, pero allá por 1960 las cosas cambiaron.

Correcaminos: ¿De qué estás hablando?

Coyote: ¿Te acuerdas de aquel día que me pediste prestados un par de dólares para tomarte un café y un bollo entre bastidores?

Correcaminos: Tienes que estar de broma.

Coyote: Pues de eso se trata.

Correcaminos: ¿Y por esa razón tenemos que pudrirnos aquí? ¿Por dos malditos dólares?

Coyote: Menos de dos dólares han cambiado el curso de la historia, tío. Lo hablé con el psicoanalista y me dijo que lo dejara estar. Esos idiotas siempre acaban diciendo lo mismo…

Correcaminos: Pues ahora mismo no llevo nada suelto.

Ambos suspiran y se quedan sentados en la cueva a oscuras (sólo se ven sus ojos en la oscuridad).
El Correcaminos rompe el silencio tras un par de horas.

Correcaminos: Dicen que más al norte hay prados, hierba, flores… Mi primo me mandó una carta desde el zoo en el que está currando ahora mismo y me lo contó.

Coyote: Siempre me han gustado las flores.


sábado, 28 de abril de 2012

Kryptonita


Estos últimos meses he estado bastante ocupado.
Vale, me cuesta mucho a veces ponerme a escribir. Pero también he estado ocupado.

No recuerdo exactamente en qué momento, pero a finales de diciembre de 2011 me dio un pequeño ataque de neurosis/ansiedad/pánico/ira.
Llevaba un tiempo saliendo a correr todos los días. El verano pasado perdí 15 kilos y todo me iba genial. Me estaba tomando muchísimo más en serio los estudios.
Se puede decir que todo iba bien, pero aún había muchos aspectos que tenía que cambiar en mi vida.
Aquel día llamé a mi hermano y salimos a dar un paseo por Sevilla, y más tarde quedé con un amigo para lo mismo.
Las conversaciones se centraron en mi problema, y los distintos puntos de vista de cada uno me hacían ver qué era lo que realmente había que cambiar.

En unas semanas ya estaba saliendo con una chica (Kimberly) y todo iba genial. Mejor que nunca.
Cambié de piso y me fui a vivir con dos compañeras nuevas y un perrito. Son un encanto.
Por primera vez puedo decir que no tengo ninguna queja de nada. 


Bueno (ya empezamos a rectificar), tengo que decir que en el periodo de tiempo que va desde febrero hasta hace un par de semanas me han asaltado dos veces por la calle.

La primera vez fui un poco estúpido. 
Me perdí por una zona jodida de Sevilla por la noche y un tipo en mitad de una calle desierta me sacó un cuchillo y me obligó a darle lo que llevara encima. La broma me salió por 30 euros.
Lo irónico de todo es que mi idea inicial fue ir a vender unos videojuegos a una tienda para sacarme unas pelas. Allí me pidieron el dni para vender y no lo llevaba encima, así que me había dado una caminata enorme para absolutamente nada. Y para colmo me robaron.
No pasé demasiado miedo, simplemente solté la pasta y el tío se largó por donde había venido.
Por lo menos no pudo llevarse el dni de ninguna de las maneras, y 30 euros es un precio que pagaría encantado por no tener que hacer cola por la mañana en la comisaría.


La segunda vez fue mucho más violenta.
Estaba con Kimberly y unos amigos suyos tomándome algo en un sitio y llegó un tipo pidiéndonos un cubata. Le dije que no y cada vez se ponía más pesado, así que al final tuve que decirle que iba a llamar a la policía. [No termino de entender por qué pensé que eso iba a hacer que se fuera.]
El individuo se puso cada vez más violento por eso de la policía y sacó una navaja.

Volví a ser un completo idiota e intenté calmarle y decirle que no quería problemas y que olvidara lo que había dicho, pero él se había enfrascado en una especie de bucle verbal que consistía en contestar a todo lo que yo dijera con "TÚ MESTÁ VASILANDO".

En circunstancias normales (estando solo), habría salido corriendo o me habría apartado. Pero Kimberly estaba a mi lado y sabía que si quería hacer cualquier gilipollez tenía que pensármelo un par de veces. La situación era distinta.

Al final, cuando el yonqui me tenía acorralado por completo y me tenía agarrado con una mano, apareció un grupito de chavales jóvenes que le separaron de mí y empezaron a decirle que tenía "muchos pelos en los huevos" (tendría entre los treinta y los cuarenta años, creo) y que debería darle vergüenza.

Cuando por fin se fue, después del lamentable espectáculo, empezó a gritar algo parecido a "COGÍA UNA EH'COPETA Y ME LIABA A TIRO..." y por fin desapareció.

La siguiente media hora de la noche estuve en completo shock.
Un tío me había tenido agarrado con una navaja y yo, al no saber qué coño hacer, me había quedado quieto. Podría haberle roto la nariz de un puñetazo, pero no lo hice. No habría sido difícil.
Y ahora mismo podría estar muerto y todo se resumiría al día siguiente en un pequeño párrafo en cualquier periódico local.

"Chico amanece muerto en Sevilla agujereado como un colador."

¿En serio? ¿Puede acabar así mi vida?
No sería ni el primero ni el último.

Tengo que reconocer que toda esta historia me ha quitado un par de noches de sueño.
Han sido un par de situaciones desagradables que me han hecho pensar que por muy bien que nos vayan las cosas, no somos superhéroes.
Justo cuando las cosas no pueden ir mejor, hay algo que se desmorona y tú tienes que tener las ideas frescas en todo momento para no volver a hundirte.

Supongo que por muy bien amueblada y limpia que tengas la casa, siempre puede venir un sobrinito y destrozarlo todo. ¿No?