Hoy pensaba hablar sobre ese tipo de siestas que te echas cuando estás deprimido. De esas que al levantarte tras 4 horas de letargo sientes que estás desperdiciando tu vida.
Sin embargo, me he propuesto no deprimir hoy a nadie (aunque no prometo nada), así que contaré uno de esos incidentes curiosos que nos pasan de vez en cuando. Una de esas historias que parece que no significan nada cuando ocurren, pero que en el fondo te dejan un poquito tocado.
(La verdad es que no me gusta nada como estoy escribiendo hoy, será que es tarde y tengo sueño, así que esta entrada está expuesta a futuras correcciones.)
Eran las 22:30 de un jueves, y llevaba relativamente poco tiempo instalado en Sevilla como estudiante.
Mi residencia está en los límites de la ciudad, así que resulta imposible volver andando a mi habitación tras una noche de fiesta (borrachera) si no quiero terminar tirado en el suelo.
Como todavía era temprano decidí coger el autobús de la línea 6, que me dejaba en Barqueta, que era donde había quedado con un amigo para más tarde ir a tomar algo.
Me preguntaba si en Sevilla existía una línea nocturna de autobuses, y en caso de que así fuera, quería saber a qué hora pasaba y su recorrido.
Tengo que confesar que por esas fechas mantenía una "relación" con una chica, pero no era nada sustancial por así decirlo, así que tampoco me cerraba ante la posibilidad de conocer a una chica que mereciera la pena.
El autobús estaba tardando bastante en llegar, y de repente apareció una chica de más o menos mi edad. Se sentó en uno de los asientos de la parada y se quedó mirando al frente, impasible, aunque de vez en cuando me miraba de reojo.
Yo estaba de pie apoyado sobre una barra de acero de la parada, con las manos metidas en los bolsillos.
Había algo que me incitaba a iniciar una conversación con ella, así que, sin importarme mucho la respuesta, le pregunté si sabía hasta que hora pasaban los autobuses.
Ella me miró sonriendo y empezó a decirme que no tenía mucha idea, porque solo cogía la línea 6 para volver a su casa después del gimnasio.
Creo recordar que comenté algo sobre mi experiencia con los gimnasios, y ella se rió.
Hubo una pausa y nos miramos sin dejar de sonreír.
Finalmente, me preguntó qué estaba haciendo yo en Sevilla (previamente le había comentado que no era de Sevilla), así que le conté que estaba estudiando Comunicación Audiovisual y que acababa de llegar como quien dice.
Fué extraño, porque nunca me había sentido tan cómodo hablando con un extraño, así que me terminé sentando a su lado.
Hice algún que otro comentario cómico sobre mi vida y mis manías (lo típico), y ella respondia a todo riéndose y hablándome de sus cosas.
Era curioso como se iba haciendo cada vez más atractiva. Me proporcionaba una especie de complicidad que no me daba en aquel momento una chica con la que llevaba ya 4 meses "saliendo".
Se hizo muy largo, hablamos de nuestra rutina diaria, de por dónde salíamos, y finalmente le dije:
-Por cierto, soy Antonio, encantado.
Ella me dió la mano y contestó:
-Yo soy Mercedes.
Los dos nos sonreímos y llegó el autobús.
Ella entró primero, y se sentó en la parte trasera mientras yo pagaba al conductor.
Pensé sentarme a su lado, pero una vez dentro del autobús es como si todo fuera otro mundo.
No quería ser un pesado por una parte, y la naturalidad inicial con la que habíamos comenzado a charlar se desvaneció.
Así que pensé que no era una buena idea sentarme con Mercedes, y me quedé de pie frente a la puerta principal.
Antonio Pérez
domingo, 13 de diciembre de 2009
domingo, 6 de diciembre de 2009
Humphrey Bogart
A veces te das cuenta de que lo que creías malo no lo era tanto.
Ahora me encuentro buscando algo lo más parecido posible a lo que entonces tuve, pero en el fondo sé muy bien que no lo voy a encontrar. Solo puedo llegar a algo similar en el mejor de los casos.
Hoy me encontré con ella y me di cuenta de que, aunque la rechacé en su momento, había sido entonces todo lo que necesito ahora.
No sigo enamorado de ella ni mucho menos, pero un aire nostálgico me invadió de repente... Y cuando se despidió, después de tanto tiempo, me sentí como Bogart en "Casablanca".
Me metí las manos en los bolsillos y me di la vuelta, solitario, sintiendo el frío de diciembre en los huesos, y provocando una pequeña nieblecilla de vaho al respirar por la boca...
Hasta siempre
Antonio Pérez
Ahora me encuentro buscando algo lo más parecido posible a lo que entonces tuve, pero en el fondo sé muy bien que no lo voy a encontrar. Solo puedo llegar a algo similar en el mejor de los casos.
Hoy me encontré con ella y me di cuenta de que, aunque la rechacé en su momento, había sido entonces todo lo que necesito ahora.
No sigo enamorado de ella ni mucho menos, pero un aire nostálgico me invadió de repente... Y cuando se despidió, después de tanto tiempo, me sentí como Bogart en "Casablanca".
Me metí las manos en los bolsillos y me di la vuelta, solitario, sintiendo el frío de diciembre en los huesos, y provocando una pequeña nieblecilla de vaho al respirar por la boca...
Hasta siempre
Antonio Pérez

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